sábado, 17 de diciembre de 2016

JOHANN JOHANNSSON. "Orphée" (2016)


Diciembre. La niebla hace que no puede palpar la vista el edificio frente a mi casa. No se ve cielo, sólo bruma, olas que transpiran diminutas gotas que se perciben cuando la farola hace de plañidera, de tea infantil que con su caricia parece romper el misterio de lo invisible.

Me pongo "Orphee", del islandés Jóhann Jóhannsson, el mismo que se ha encargado de la banda sonora de uno de los films del año, "La llegada". El mismo que lleva años poniendo su arte para llevar el postclasicismo a las altas cumbres de la serenidad. "Flight from the city" con su piano acogedor, te da pie a pintar en el cristal de la ventana algún perdido haiku que la temperatura se encargará de matar.

Belleza. Toda la obra de Jóhannsson esta repleta de belleza. El universal sello Deutche Gramophone, es el encargado de dar voz a su arte. Satie aparece de puntillas en "A song for Europa", y las cuerdas de "A deal with chaos", con Hildur Guanadóttir, te pone los pelos de punta. Te dan ganar de hibernar, meterte en una osera y decir adios hasta la primavera.

En este primer trabajo en 5 años sin ser banda sonora. Johann se explaya en sus notas de éter, neoclasicismo para convetir el silencio y el recogimiento en un estado especial de conciencia ("A pile of dust"). Todo transpira levedad, todo es un curso acelerado para huir del peligro de la ansiedad. Fuera parece que sigue la niebla. El piano de "The radiation city" busca la ingravidez, cose arpegios en el aire de tranquilidad y rumor.

Todo "Orphée" es un bálsamo, una vacuna, una capsula de sedacción que provoca ternura, que hace despertar en ti paz y reflexión. "Good morning, midnight" con la Air Lynndhurst String Orchestra, es una bella letanía que te remueve, que pasta en tus entrañas con calorías de sentimiento, con efusividad de lirica, de luz interna.

Esta claro que la noche no va a levantar. Que ya está sumergida en el vaho, que sólo queda terminar el artículo, prepararme para ver una buena pelicula, y dejar que suenen los dos últimos latidos del disco, "Godd night, day" y "Orphic Hymn", buena dosis de señuelos para hallar en unas horas el sueño reparador. Neoclacismo, lo llaman, cuanta belleza....




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